Cuántas veces habré escuchado eso de que a las chicas nos gustan los cabrones, los chicos malos, y que los buenos nos aburren. Que nos enemoramos del típico malote rollo Mario Casas en “A tres metros sobre el cielo”. Del ser desquiciado que fuma a escondidas como si no hubiese mañana y que pasa totalmente de ti, que se cree guapo y que piensa que pese a sus mensajes ignorados, plantones y desplantes varios, seguirás comiendo de la palma de su mano porque es taaaaaaaaan guapo, taaaaaaan irresistible y especial que nunca jamás, bajo ningún concepto, conseguirás nada mejor que él y que por tanto, aguantarás, por si algún día se decide a parar de ir de flor en flor y se asienta en la tuya.
Que nos gustan los cabrones, dicen. Que pasen un poco de nosotras. Que nos hagan un poco sufrir. ¿En serio? ¿En qué momento alguien comenzó a decir eso? ¿Por qué veis el amor de esa forma? ¿Qué persona con un mínimo de inteligencia cree que a una chica le gusta que le hagan daño y que encima así es como se enamora? Esa afirmación justifica demasiadas cosas insanas, demasiada diferencia, demasiado machismo. Genera inseguridades, ratos de angustia, caras de perro, miedos absurdos, entre otras cosas mucho peores.
No amigos, así no va el juego, no nos gustan los cabrones. Aunque nos hayamos fijado en el repetidor con moto, o hayamos salido con un chico sin empatía ni sensibilidad alguna. Los errores del pasado forman parte del aprendizaje futuro.
No somos tontas, señores. Porque aunque no lo queráis creer, no nos va ese jueguecito de machos que muchos os traéis, ese afán por ser el que tiene el coche más potente o la palanca más larga. Ese rollo, por favor, dejadlo para las películas de acción donde alguna guapa os consiente todas esas chorradas.
No nos gusta estar esperando una respuesta, una muestra de afecto o una frase que nunca llega. No nos gusta que nos queráis para un rato. No nos gusta que nos lleven de la mano como un trofeo al que mostrar, ni que luchen contra dragones por nuestro amor. Nos bastaría con que estuviérais cuando decís que vais a estar. Con que contestárais a cosas a las que es de imbéciles no contestar. Con que diérais la talla y poco más. Con que os comportéis como hombres, y no como niñatos.
Y tú, si eres una de las que siguen pensando eso, déjame decirte que lo piensas porque el sentimiento de “ni sí ni no” o de “ni contigo ni sin ti” es muy potente. Engancha de tal forma que crees que esa ansiedad que te genera el estar pendiente de un hilo es amor. Pero no es cierto. No es amor. Es tu miedo a perder una ilusión. Es la inseguridad que te genera el tener y no tener a la vez lo que hace que creas que le quieres y que no habrá nadie a quien quieras como a él. Sin embargo, con el tiempo te darás cuenta. De primeras, cuando te valores un poco más y cuando llegue un hombre de verdad que te haga darte cuenta por qué no funcionó con nadie más. Uno de los buenos.
En ese momento, terminarás de abrir los ojos. Al principio, puede que tanta luz te ciegue, pero te iras acostumbrando. Te iras acostumbrando a vivir lo que siempre has querido pero que habías terminado por olvidar, te darás cuenta de todo lo que has aguantado ese tiempo atrás sin necesidad. Y vendrán a tu memoria uno a uno los cabrones que creíste que serían de verdad, aquellos por los que lloraste o te sentiste pequeña. En cambio, pasarás a contar buenos momentos hasta perder la cuenta, a sentirte enorme y querida, y todo por darle una oportunidad a lo que siempre renunciaste.
Y entonces le mirarás a él. Su sonrisa. Sus manos siempre buscándote. Sus "aquí estoy", sus “cómo estás hoy”, sus “buenos días”. Sus todos. Su vida preparada para compartirla contigo a jornada completa sin necesidad de ir de flor en flor. Su tiempo. Entonces le mirarás y no sentirás miedo del que eras prisionera. Ese miedo a ser rechazada por mostrar tus sentimientos o tu manera de ser. Ese miedo a que huya de tí si descubre tus defectos. Todo eso, dejará de existir y recordarás todo lo que no echarás de menos.
Por todos los hombres buenos.
Por tí.
Y aquí os pongo el enlace de una escena que intentan vendernos como romántica de la serie "El barco", protagonizada por Mario Casas. ¿Pensáis que es amor?
https://www.youtube.com/watch?v=gXx_wFSJ0fY